lunes, 4 de mayo de 2009

EL DIVINO EN LA CALLE CRISTO


A medida que la historia del fútbol se hace más larga, se presta mayor atención a su pasado y no sólo a conservar recuerdos, sino también registros tangibles del desarrollo del juego durante el pasado siglo. Quizás una de las colecciones más curiosas sobre el fútbol en Andalucía, esto es, afiches, entradas, botas, balones, etc., etc., podría estar en mi casa de Vélez-Málaga, pero existen muchos otros coleccionistas privados por el mundo que han cultivado como yo, la misma pasión personal durante muchos años y han acumulado colecciones propias, sin más punto de partida que una devoción personal por este juego y con el ánimo también de colaborar de manera desinteresada en la construcción o conocimiento del pasado.
A colación precisamente con el partido que disputó recientemente nuestro equipo juvenil ante un rival almeriense denominado C.D. Español de El Alquián, nombre que toma por el apoyo que este equipo le hizo, a modo de material deportivo, a finales de los años cuarenta. Me llega la historia al caso de lo que es la buena disposición del conjunto españolista en motivos de beneficencia.
Os cuento. Entre las joyas que guardo, y que me llegó de una manera muy casual, está el programa de mano del que pudiera ser (no se conocen antecedentes anteriores) del primer partido disputado a beneficio de una cofradía de Semana Santa en Málaga, en concreto la Real Hermandad del Santo Sepulcro.

Los primeros veinte años del siglo pasado fuero tiempos complicados para el pionero foot-ball y más aún para el mundo cofrade malagueño. Centrándonos en lo meramente deportivo este deporte irrumpía con gran fuerza por toda la provincia y en especial en la capital, donde ya se creaban e inauguraban “campos” como el del Príncipe de Asturias, solar donde está actualmente el Hotel Miramar (1920), los Baños del Carmen (Agosto 1922) o el del Rosaleda Stadium en la zona de Martiricos (Septiembre 1924).

Es en ese mismo año y por medio de la A.D. Ferroviaria, club fundado e integrado por ferroviarios malagueños, se creó el campo de fútbol de la Calle Cristo de la Epidemia. Dicho terreno de juego había sido condicionado a fuerza de mucho entusiasmo y sacrificios, dándose el caso que los propios socios y jugadores de la Ferroviaria, trabajaron de día y hasta altas horas de la noche, con picos, palas y carrillos prestados para acondicionarlo de la mejor manera. Este equipo tuvo poco tiempo de vida deportiva ya que fue absorbido o más bien se fusionó con el Iberia Balompié.

Eran los momentos en el que irrumpía con fuerza el F.C. Malagueño, que viendo que el campo de la calle Cristo era el más próximo al centro de Málaga y ofrecía inmejorables condiciones para adjudicárselo, pudo conseguir su alquiler por la cantidad de 4.500 pesetas al año. Para ello el F. C. Malagueño tuvo que efectuar una profunda y adecuada remodelación, comenzando por instalar una pequeña tribuna de madera que costeó, D. Emilio Andersen Menard, presidente del club y antes promotor de este deporte y pionero jugador del Málaga F.C. en 1904.

Una vez acabadas las obras de remodelación, se pensó en hacer una gran inauguración, aceptándose la iniciativa del directivo y hermano de la citada cofradía, D. Juan Muñoz Orozco, quién propuso contratar al potente Real Club Deportivo Español de Barcelona, que estaba de gira por Portugal, para disputar dos partidos ante el F.C. Malagueño.

Este club catalán tenía en su plantilla al guardameta de 24 años y ya ídolo de la afición española tras la Olimpiada de Amberes con la Selección Nacional, Ricardo Zamora.
Gracias al apoyo de los vecinos de la calle Cristo, aficionados en general, casas comerciales y hermanos cofrades con cierto peso económico, se conseguiría por fin cubrir el desplazamiento del club catalán a Málaga y que aceptó como pago por jugar, un porcentaje de lo recaudado en taquilla.

La fecha fijada para los dos encuentros fueron las de los días 24 y 27 de abril de 1925. Para dar a conocer estos “match” se realizó una gran promoción por medio de los entonces clásicos programas de mano, y que se distribuyeron por todas las calles, cafés, tabernas, hoteles y barberías de la ciudad.


Gracias a estos programas de mano que estaban patrocinados por tres empresas, de las que destacamos la del ex jugador del Málaga F.C., Evaristo Minguet (Curtido, Telas y Cueros) con sucursales en las calles, Juan Gómez García 40 y Calderería 1; la zapatería “El Porvenir” de Maruenga Dieguez y Cia situada en calle Nueva 58; y la empresa Vinos Luengo, hemos podido conocer que estos partidos eran a beneficio de la citada Real Hermandad.
Que el ya apodado “Divino” Zamora junto a su compañero en el R. C. Deportivo Español, el delantero Zabala, visitaran Málaga para jugar dos partidos, fue como rezaba en el anuncio “todo un gran acontecimiento futbolístico en la ciudad”.
La organización que fue llevada por el club malagueño, contó con el patrocinio de la Real Hermandad del Santo Sepulcro. Curiosamente en los archivos que hemos podido consultar, así como reseñas periodísticas de esas fechas, no se hace mención de que los partidos tenían al fin y al cabo la idea de recaudar un dinero importante a beneficio de una de las Hermandades más importantes de la Semana Santa de Málaga.

La respuesta fue impresionante. Muchos fueron los aficionados de Málaga y de toda la provincia, incluido casi todos los jugadores del plantel de aquel lejano Vélez C.F los que organizaran un viaje en tren a Málaga, para no perderse aquel renombrado partido. Se colgó el no hay billetes, y el campo de la Calle Cristo de la Epidemia presentaría en los dos encuentros un lleno que hasta la fecha no había generado ningún encuentro de fútbol jugado en la capital malagueña.

Según podemos comprobar en el programa que conservamos de aquellos dos partidos, el precio de la entrada más barata en el primer partido sería de 3’50 pesetas, siendo el segundo de 4.
Los precios más caros estaban situados en la zona de Palcos (sin entrada) que osciló entre las 35 pesetas del primer encuentro a las 40 del segundo.
El tirón de que Zamora jugaría con el F.C Malagueño sin duda adquirió un mayor si cabe interés.
Se ha comentado por aquellas personas que presenciaron el partido, que las colas daban dos vueltas al contorno de aquel coqueto y hoy desaparecido terreno de juego.
En el primer partido haría el saque de honor la bella señorita, Pilar Cano, hija del que fuera gobernador militar de la plaza y provincia, el general Enrique Cano Ortega.


Junto a ella estarían como capitanes de cada equipo, el malagueño Vicente Cuberta y por el Español, Ricardo Zamora. Bajo el arbitraje del que fuera ex jugador del Español de Madrid, Huelva y más tarde del Málaga F.C., Pepe Font, el R. C. D. Español vencería en el primer encuentro por 1-13, lo que dejaba claro su superioridad ante los malagueños, que tuvieron muy pocas oportunidades de poder batir al “Divino” Zamora.


El equipo catalán formaría con: Zamora; Saprissa, Portas; Trabal, Pelaó, Caicedo; Olariaga, Sanahuja, Zabala, Montesinos y Coll.

Por su parte el F.C. Malagueño lo haría con: Camacho; Hoyos, Soto; Marín, Andrade, Jiménez; Octaviano, Federe Cuberta, Aurelio Casero, Vicente Cuberta y José María.

Para el segundo encuentro, el aliciente preparado por los organizadores estaba muy bien estudiado.
¡¡ Zamora esta vez jugaría defendiendo la portería malacitana ¡¡
Hecho este, que dejaría más rápidamente sin papel las taquillas que se ubicaron a la entrada del campo y en otra más que se tuvo que improvisar en un lateral de la zona de general.

El segundo partido acabaría también con victoria españolista, pero por sólo 0-3, lo que resaltaría aún más la talla y valía de Ricardo Zamora.
Cuenta como anécdota relevante el entrenador malagueño, Juan Antonio Aparicio, en su libro “Tras la órbita del balón”, que Zamora en una de sus intervenciones, y con una botella de gaseosa que tenía próxima a él, interceptó un balón que llegaba a sus dominios evitando el gol. Aquello produjo el delirio entre la numerosa congregación de aficionados que abarrotaban el citado campo y que le dedicó una sonora ovación al que en esas fechas estaba considerado todo un héroe nacional.
Ese mismo año de 1925 se inauguraría un nuevo campo de fútbol en Málaga, hablamos el de las Escuelas Salesianas (Oratorio Festivo) y que todavía existe con el nombre de Segalerva. Fue su precursor el Padre Francisco Miguez, amante del fútbol y organizador del Sporting Club.


La tierra de ese campo, hoy el más antiguo de Málaga, sirvió para el fomento del fútbol malagueño.
Siempre se ha dicho que el fútbol es pasión de multitudes. Y que en su esencia no hay lugar para la razón. Lo que cotidianamente no se dice, es que el fútbol es diversión, y en algunos casos como el que hemos contado, se transforma en amistad y solidaridad con fines muy importantes y concretos.

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