martes, 8 de septiembre de 2009

MARTÍN MILLA, EL EXTREMO REVERSIBLE


La prematura muerte de su padre a los 33 años, cambiaría en gran medida la vida de Isidoro Martín Milla. Las minas de plomo linarenses se cobraban una nueva vida y el joven Isidoro, nacido en Linares el 1 de enero de 1938 fue enviado a Madrid para quedar internado en el colegio de Los Salesianos.
Es en los patios de aquella institución de Atocha, donde destacaría jugando al fútbol, situación que enseguida le llevó a formar parte del Real Madrid de juveniles (54-58) y que por aquella época estaba entrenado por el ex interior izquierdo y también internacional madridista, Pepe Moleiro.

Allí en sus tres años de juvenil, coincidiría entre otros, con jugadores como Villa (componente después de los “cinco magníficos” en el Real Zaragoza), Casado (Real Madrid) o Téllez (Recreativo de Huelva).

Terminado sus estudios y la etapa juvenil, pasaría al Lorca en Tercera División (58-59), y un año después al Imperial, equipo filial del Real Murcia (59-60). Cumpliendo el servicio militar, recalaría en el Recreativo de Granada (60-61) y un año después ficharía por el C.D. Veleño (61-62) de Juan Antonio Aparicio y en donde habían recalado además dos de sus compañeros en el filial granadino, Cuqui y Miñi.



En el plantel veleño tendría una de las fichas más altas, cobrando 22.000 pesetas mensuales y una prima de 100 por partido ganado en casa y 200 si era lejos del Vivar Téllez.

Martín Milla que venía a cubrir la baja del zurdo Sarmiento, fue un extremo ambidiestro que jugó más por la banda izquierda que por la buena suya, la derecha. En su completísima etapa en el equipo veleño, ya que jugó todos los partidos oficiales, ofreció a los aficionados un fútbol rápido y exquisito, marcando goles importantes para el club presidido por Manuel Reyna, uno de ellos, el que le serviría en la prórroga ante el Balón de Cádiz en el estadio de Carranza para dar el paso al Veleño a la final de la Copa Sánchez Pizjuán ante la U.D. Cañamera. Sin embargo la directiva veleña, ya sin Aparicio como valedor en el banquillo, no le renovaría al estimar que su ficha era bastante alta.

De esta manera y tras no llegar a un definitivo acuerdo con el club veleño, fue fichado por el Melilla CF., donde jugaría por razón de dos campañas (62-64) en Segunda División.



Tras su paso por el cuadro melillense y recomendado por su compañero Añil, ficharía por el C.D. Fuengirola donde estuvo por razón de una temporada, recalando después en el Almería, equipo éste, que no le cumpliría económicamente en los primeros meses del campeonato, razón por la que aburrido de la esta situación y con 26 años, decidió colgar las botas y labrarse otro futuro.


Afincado en Badalona como Técnico de Telefónica, pasó destinado después a Málaga capital y de ahí a residir en Vélez-Málaga, ciudad donde falleció a los 80 años el 21 de septiembre de 2018, lugar donde siempre encontró Isidoro a grandes amigos y en sus tiempos de futbolista, el de las más grandes ovaciones.