viernes, 9 de noviembre de 2001

MATIAS PRATS, EL GRAN MAESTRO DE LA RADIO

“Este niño tiene algo en la cabeza” decía de aquel alumno el maestro de la escuela de Villa del Río. En la escuela del pueblo cordobés había un niño prodigio, un Mozart de la poesía que hacía unos versos preciosos en su ingenuidad. Como aquel niño prometía tanto, alguien mandó una de aquellas poesías a Federico Algarra, propietario entonces de Radio Córdoba.
Matías Prats Cañete se llamaba aquel puñetero niño. Y como el verso que habían mandado gustó tanto al director de la emisora EAJ 24, lo llamaron a la capital, como si fuera un Joselito de años antes o un Arturito Pomar sin ajedrez: “Que venga ese niño a Córdoba a recitar esos versos cara al público en el programa de Navidad... Y allá fue el niño prodigioso. El poema que leyó ante el micrófono el niño Matías de Villa del Río estaba dedicado a los Reyes Magos:
Los Reyes Magos de Oriente llegaron de madrugada ¡Mira! ¿Ves estos bombones? pues me han traido dos cajas... “Aquel niño poeta, a medida que avanzaba en su recitado, así me lo comentaba en una cena el propio Matías en torno a una mesa del Restaurante el Jardín de Torre del Mar, iba revistiendo con los ornamentos de los reyes de Oriente, capa larga y turbante, barba florida y corona, a las figuras del director de la emisora y de su propio padre, que habían puesto en sus manos lo que iba a ser el más preciado juguete de su vida: un micrófono” El micrófono o la poesía. Matías Prats pasó por un locutor, por un maestro de la radio, cuando en verdad siguió haciendo toda su vida lo mismo que en su debu con picadores en forma de Reyes Magos en aquella pionera radio cordobesa: decir poesías. Nacen los cordobeses dotados de todas las armas del arte de la palabra, y a Góngora, a Pablo García Baena, a Ricardo Molina... O a Matías Prats. Si se pasa ahora en su recuerdo, por la memoria las cintas de las retransmisiones de partidos de fútbol o de corridas de toros de Matías Prats, verán que en sus palabras había ritmo, imágenes arriesgadas, metáforas. Culto cordobés al lenguaje. Gongorinamente Matías levantó altos muros y excelsas torres en el arte de la palabra al servicio de la imaginación. Realismo mágico. Narró el gol de Zarra a Inglaterra en Maracaná y España entera no solamente estaba viendo el gol, sino marcando todos los españoles un tanto a la Pérfida Albión. ¿No es Góngora puro, Góngora del “Polifemo”, llamar Pérfida Albión al equipo inglés cuando le marca un gol el delantero vasco Zarra?
Que, naturalmente, y gracias a Don Matías, España entera aprendió a decir que se llama el delantero Telmo Zarraonaindía. Hay que ser un poeta para haber dicho Zarraonaindía con ese ritmo, esa armonía... y encima para que España entera aprendiese a decir algo tan difícil como una boina de Tolosa en forma de apellido.
Bueno, aprendimos que Zarra era Zarraonaindía y aprendimos que había nacido en Ásua el 30 de enero de 1.921, que se crió en Munguía y empezó jugando en el Erandio. En medio tiempo de un partido de la selección radiado por Don Matías (me decía mi abuelo) acababas sabiendo el nombre del caserío de la prima de la tía de Baracaldo de Telmo Zarra, y el nombre de la vaca más gorda que había dejado Guillermo Campanal allá en sus verdes brañas antes de llegar a jugar en el Sevilla C.F. Matías ganó para siempre el Pichichi con su gol en Maracaná, que sigo pensando que lo marcó más el locutor que el locucionado Zarra, y que ha seguido ganado cada día el Pichichi del Espasa. Matías Prats tuvo siempre en el disco duro de su prodigiosa memoria un “Servicio de Documentación” que hay que reírse del Archivo de Simancas. Estaba retransmitiendo una vez una corrida de toros de Rivera Ordóñez por Antena 3 TV, apareció con los palos el banderillero Hipólito y recuerdo que dijo algo así: “Ahí va Hipólito, por cierto, primo de Salvador Távora Triano, el gran autor teatral, que también fue novillero y que a las órdenes de Salvador Guardiola Domínguez, actuaba en el coso balear, la funesta tarde en que el caballero en plaza hispalense, de la familia propiciatoria de El Toruño y del hierro de los Pedrajas, halló la muerte en Palma de Mallorca... Mi amigo Matías inventó el fútbol codificado. Aquel poeta de Villa del Río, aquel Góngora del micrófono, codificó el lenguaje del fútbol, y que desde entonces se sigue usando. La metáfora mitológica de Cancerbero aplicada al portero. El tropo literario de la parte de llamar trencilla al árbitro. La alta estrategia de la posición teórica del defensa central. Poeta de la geometría del punto de penalti. Poeta del tiempo de cuando van transcurridos veintidós minutos de juego en La Rosaleda, y el marcador continúa 1-0 a favor del conjunto malagueñista... Aquel niño de pantalones cortos de los versos de los Reyes Magos ya no nos sigue trayendo el regalo de sus poemas de futbol y toros, de su voz...
El Archivo de Indias en su memoria. Matías, después de mucho vivido, este poeta de Córdoba que inventó el gongorismo del fútbol que hace un tiempo nos dejó, descansa en otro lugar, pero su peculiar voz seguro que relatará a otros, en otras partes... sus anécdotas con Di Estefano, y ahora más que nunca con compañero Telmo Zarra en una cabina privilegiada desde lo más alto y como no, con Ferenc Puskas (al que un buen día le apodó con su peculiar ingenio “cañoncito pum” o Kubala, Juan XXIII, Evita Perón, Picasso, Carlos Gardel, Franco, Bahamontes, Belmonte, Manolete...
Tuve la suerte de compartir con Don Matías varios momentos bonitos de mi vida profesional, la primera vez en la inauguración del Colegio de Arbitros en Málaga, años más tarde cuando fui premiado junto con él en la bonita localidad de El Borge en 1.999, y sobre todo, la presentación que realizo en el salón de plenos de Vélez-Málaga de mi libro de fútbol.
Fue la última vez que este maestro de periodistas visitó la capital de la Axarquía. Mi amistad continuó por medio de llamas telefónicas a su domicilio de Madrid o de alguna visita que le hacía a Marbella siempre por finales de la primavera. Pocos meses antes de su muerte, recibiría un micrófono de martillo de los que utilizó Don Matías a mediados de los años cincuenta para radiar aquellos partidos de fútbol y corridas de toros. Me lo envió sabiendo de mi colección y cumpliendo la promesa que me realizó en El Borge. Es sin duda una de las joyas más preciadas que poseo dentro de mi colección sobre todo lo que rodea el fútbol. Mi homenaje desde este blog a la voz del siglo XX, y que extrañamos en el XXI, un creador de palabras y de imágenes que inventó el fútbol codificado para que lo viésemos siempre en abierto gracias al prodigioso don de su palabra.

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