lunes, 23 de diciembre de 2019

FÚTBOL, UNA TREGUA POR NAVIDAD


La mayoría de los historiadores del fútbol español, suelen despachar el periodo de nuestra Guerra Civil en dos o tres líneas. Generalmente abren un paréntesis y escriben: 1936-39, a causa de la contienda se suspenden las competiciones.
Ello no es cierto, y obedece al deseo de no molestarse mucho en buscar en archivos y hemerotecas lo que realmente ocurrió. Y lo que ocurrió fue que, tanto en una como en otra zona (especialmente la nacional) tuvieron lugar numerosas competiciones, especialmente torneos regionales e incluso partidos de Navidad en plena guerra.

Me contaron que sucedió en la Nochebuena de 1936, plena Gran Civil, en las explanadas del cerrillo de Benagalbón, cerca de su conocido arroyo. Un grupo de militantes de la CNT (entre ellos Antonio Torres Morales), casi unos niños, salieron de sus defensas para proponer a sus enemigos del bando nacional una tregua por Navidad.


Para celebrarlo, los hombres del subteniente Melgares, la mayoría de un regimiento que se movía entre Vélez y Zafarraya , propusieron, aún a riesgo de que los acusaran de alta traición, jugar un partido contra los del bando enemigo en una de las pocas zonas libres y despejadas que había.
El encuentro, que se jugó el día 25 de diciembre sobre las 12:30 de la mañana, fue uno de los pocos gestos humanos en mitad de aquella guerra en nuestra zona. Duró una hora aproximadamente y, según algunos testigos (el centrocampista del Vélez C.F., Antonio Castaños Monleón) éste partido acabó con victoria republicana: por 3 goles a 2.

¿Cómo fue posible que un grupo de soldados “detuvieran” la guerra por su cuenta y riesgo para jugar al fútbol por Navidad? Aunque la contienda ya duraba bastantes meses, todavía no se había vuelto tan mortífera como fue a partir de 1937. Los ejércitos, como hormigueros gigantes, ocupaban posiciones y construían defensas a lo largo de la parte norte de la Axarquía mientras por la costa era tomada Málaga por tropas italo-españolas.
Eran los momentos en que empezaban muchos civiles a preparar lo que se catalogó como la desbandada por la carretera camino de Almería donde se encontraba el acorazado republicano Jaime I.



Aunque la idea se disipaba día a día en las trincheras y refugios, donde el hambre ya hacía mella ante los obuses de los aviones alemanes, aún se hablaba del honor, la caballerosidad y la gallardía. Sólo así se entiende aquel mínimo alto el fuego, las muestras de afecto entre algunos soldados de los dos bandos (había entre ellos hermanos y vecinos) y la celebración de tan simbólica pachanga.
No es difícil imaginar la escena. El escritor Leonardo Cervera en su libro “Málaga la Primera en el Peligro por la Libertad” también relata que por zonas de Alhama de Granada, se celebró algún partido de la misma índole, describiendo a los soldados jugando con una pelota de trapo, con dos porterías improvisadas, vestidos algunos de uniforme y otros con los calzones largos que se usaban como ropa interior, corriendo con sus botas militares sobre un suelo embarrado y a temperaturas bastante bajas. El bando ganador tendría como principal "premio" el agasajo de sus compañeros de trinchera y la recaudación del tabaco puesto en juego entre los que disputaron aquel partido...
Puede que sea esta, una historia más en Navidad, contada y trasladada de boca en boca por los que vivieron aquellos años tristes, abuelos que decidieron, hace de esto casi 80 años, no matarse por Navidad.
¿Cómo terminó aquel partido? Dícen que el capitán del bando republicano se despidió de su homólogo franquista con un apretón de manos y un sencillo «Feliz Navidad», volviendo a su trinchera, donde ordenó la vuelta al combate al menor movimiento de las líneas enemigas.
Nunca más se supo de aquellos contendientes…

0 comentarios:

Publicar un comentario