miércoles, 23 de mayo de 2001

CARLOS VELA, EL OTRO BARBOSA

Pese a que muchos compañeros de equipo lo tenían ya por fallecido, siempre quise saber qué fue de Carlos Vela Megías, aquel primer guardameta que tuvo el C.D. Veleño de Educación y Descanso en Tercera División.
Mi interés era por la historia que alberga dentro del fútbol veleño y malagueño y que me viene a recordar, en lógica mucho menos mediática, a lo que le ocurrió al guardameta brasileño Moacyr Barbosa en la final de la Copa del Mundo de 1950 ante la selección de Uruguay.

Y es que Brasil tenía preparada toda la fiesta ese día, 200.000 personas colmaban el mítico estadio de Maracaná. No había dudas, ese 16 de julio, Brasil se proclamaría Campeón del Mundo por primera vez. Pero la alegría se convirtió en angustia, cuando primero Schiaffino empató el partido y después en desazón, su compañero Ghiggia puso el 2-1 ante una, según se dijo siempre, floja intervención del guardameta Barbosa.


Al terminar aquel partido con derrota, los jugadores brasileños escaparon por las puertas del estadio vestidos de mujeres y de civiles, mientras que la selección de Uruguay, que tardó más de ocho horas en salir del estadio en previsión de males mayores, se llevó el trofeo de Campeón del Mundo a la ciudad de Montevideo envuelto en varios papeles de periódico.
Después de aquel día, el conocido por el “Maracanazo”, sin duda la tragedia más grande en la historia del fútbol brasileño, la vida del portero se convirtió en un calvario.

La gente le comenzó a rechazar allí donde fuera, el mismo Barbosa llegó a expresar: “Si no hubiera aprendido a contenerme cada vez que la gente me reprochaba lo del gol, habría terminado en la cárcel o en el cementerio hace ya mucho tiempo”.Barbosa durante esos 50 años de pena, ya que falleció el 7 de abril del 2000, dejó también otras frases que nos hacen sin duda replantear lo cruel que a veces puede ser el fútbol contra una persona: “En Brasil, la pena mayor que establece la ley por matar a alguien es de 30 treinta años de cárcel. Hace casi cincuenta años que yo pago por un “crimen” que no cometí y yo sigo encarcelado. La gente todavía dice que soy el culpable. Para muchos, fui el hombre que hizo llorar a todo Brasil”.

El que fuera (a pesar de la mala intervención en el segundo tanto uruguayo) uno de los mejores arqueros de Brasil, murió en la pobreza y el olvido. Pocos saben cómo y dónde. A su entierro asistieron no más de un centenar de personas, entre familiares y pocos amigos. Ninguna figura se hizo presente, ningún directivo del fútbol carioca estuvo despidiéndolo.
Al día siguiente uno de los diarios más importantes de Brasil, sintetizó la vida del guardameta en el siguiente titular: “La segunda muerte de Barbosa”… dando a entender que la primera fue en 1950.

El otro “Barbosa” es Carlos Vela Megías, tiene en la actualidad 75 años, nació en Málaga el 6 de enero de 1933, y fue guardameta de equipos como, Mato y Alberola,
C. D. Fuengirola, Real Balompédica Linense, Puente Genil y C. D. Veleño.
Este portero de figura alargada, llegaría a Vélez –Málaga a la edad de 29 años y como uno de los principales fichajes que hacía el técnico, Juan Antonio Aparicio, para fortalecer la portería veleña en lo que era la primera campaña (60-61) de este club en Tercera División.La cosa para Vela y su equipo no fue mal del todo, los del Vivar Téllez se mostrarían como un conjunto sobrio en casa, donde dejó escapar muy pocos puntos, y supo arrancar los suficientes a domicilio para no pasar apuros y lograr el único objetivo marcado, mantener la nueva e importante categoría a la que se accedía con un presupuesto que no llegaba a las 130.000 pesetas y después de numerosos años de intentos que se quedaron por el camino.

Sin embargo, la recta final en la vida deportiva de Carlos Vela se torcería en noventa minutos, ya que en el encuentro disputado en casa (jornada 22) ante el Melilla (20 de febrero de 1961) y después de ir ganando el C. D. Veleño por 2-0 (tantos de Miñi y José María Andrade), el equipo de Juan Antonio Aparicio acabaría para muchos “sorpresivamente” sucumbiendo por el resultado de 2-4.
Cuatro goles que dolieron muchísimo al aficionado veleño (no tanto como la derrota de de Brasil ante Uruguay), pero sí se puso en tela de juicio la labor de varios jugadores del equipo veleño en la segunda parte de aquel encuentro, siendo la más criticada la del guardameta.
El rumor que corrió como la pólvora por Vélez era que se habían vendido…lo que enfureció mucho más a los muchos seguidores y socios del club.
Llegaron estos rumores a tal punto, que incluso se sacó una pequeña letrilla en los carnavales de Vélez-Málaga que decía así:

“Se venden “Velas”, en casa Curro, representante Juan Rando…”

Quedaba claro y así se daba a entender, que jugando con el apellido del guardameta, la del defensa Curro (haciendo mención a un conocido restaurante de Málaga en donde se pudo tratar el asunto de una posible compra-venta del partido) y la del centrocampista “organizador” Juan Rando, lo que se cantaba apuntaba ciertamente a lo que era un rumor ya extendido por la ciudad. Era en definitiva el dedo cómico y a la vez acusador…

Estamos cerca de que se cumplan cuarenta y ocho años de aquel triste día en que el guardameta Vela, que fue nombrado persona non grata por un gran sector de aficionados veleños y directivos, tuviera que salir corriendo de Vélez-Málaga perdiendo hasta los zapatos, para tomar en marcha y con muchos apuros el ferrocarril Sub- Urbano que le llevaría a Málaga.
Fue la huida de Vela forzosa. Todo el mundo se fijó en él y lo peor de todo, la vida le empezaba a dar un giro de 180 grados.
Tras bastante tiempo intentando saber algo más de todo aquello, de cómo sucedió y en especial intentar saber si aún Carlos Vela vivía y dónde, pude encontrarle en la localidad almeriense de Adra.
Vía telefónica pude saludarle y entablar poco a poco cierta confianza con el ex guardameta del Veleño. Vela me expresó que nunca más volvió a Vélez, “Cómo iba yo a volver, si allí me querían matar” y añade con voz ciertamente tomada aún por la tristeza, “Es una pena todo lo que ocurrió. Jamás nos dejamos ganar. Aún lo recuerdo con notoria amargura, lo tengo muy presente. Yo siempre me entregue en cuerpo y alma al Veleño, y por un partido que no nos salió bien, yo fui el que pagó todas las consecuencias. Desde el fondo de mi alma sé que nunca tuve la culpa”.

Pocas horas después de aquella primera entrevista, le envié al correo electrónico de su nieto, varias fotos en las que figuraba el once titular de aquel primer equipo veleño en Tercera.
Simplemente se emocionó. No tenía una sola estampa de aquellos que fueron sus compañeros y a los que tuvo que abandonar sin una mera explicación o despedida.
Recordó Vela el gran partido que se hizo en un estadio de La Rosaleda abarrotado (4 de diciembre de 1960) y en el que se ganó por 1-2 al Atl. Malagueño que entrenaba Antonio Iznata “Chales”. Toda Vélez estaba aquel día en el campo malagueño. Vela que fue uno de los mejores junto a los goleadores de aquel encuentro, Lima y Toré, me contó que tras lo sucedido en Vélez se estableció primero en Adra, de donde es nativa su mujer. Allí jugó por muy poco espacio de tiempo en el primer equipo de esa localidad. Lugar hasta donde también llegarían los rumores de lo que le había pasado jugando con el C. D. Veleño.
Aunque no lo ha querido reconocer muy de lleno, quizás todavía molesto por todo lo que vivió y se dijo de su persona, la realidad es que se vio forzado a dejar totalmente el fútbol y emigrar a Francia en busca de nuevos horizontes y de otra profesión. Desde entonces en lo deportivo sólo encontró el vacío de los que fueron sus compañeros y el olvido por los equipos que militó.

Siempre se ha dicho que el triunfo reconoce banderas y nacionalidades, que los títulos en el fútbol tienen muchos padres y las victorias madres. Sólo la derrota y si es además de forma muy cuestionada por otros aspectos y circunstancias, es huérfana y bastarda.
Carlos Vela, este “Barbosa” de nuestro fútbol después de tantos años de espera, tuvo por fin el gran abrazo que siempre deseó, ese al que llamaría del “descanso” por parte del que fuera su equipo, y sobre todo, pudo ser oído con palabras sentidas y curtidas por el paso del tiempo, que contribuyeron a esclarecer todo lo que pasó y que “aquello que sucedió fuese de una vez definitivamente olvidado”.

Fue de justicia oírle 48 años después (casi medio siglo esperando) cuando el Vélez C.F. se enfrentaba este año al Adra en el estadio Miramar de esa localidad.
Carlos Vela por fin tuvo la oportunidad y como no, el perdón que nunca llegó a tener Moacyr Barbosa, del que cuentan que su alma todavía vaga en pena por el estadio de Maracaná.